Frithjof Schuon

Este destronamiento de la naturaleza, o esta escisión entre el hombre y la tierra, reflejo de la escisión entre el hombre y el Cielo, ha dado frutos tan amargos que la sabiduría arraigada en los símbolos de la naturaleza aparece hoy como un mensaje espiritual de primera importancia. Se puede objetar que Occidente siempre ha experimentado, especialmente durante los siglos XVIII y XIX, un retorno a la naturaleza, pero no es así como lo entendemos, porque de poco serviría un «naturismo» romántico, «deísta» o incluso ateo. Lo que está en juego no es proyectar un individualismo supersaturado y desilusionado en una naturaleza profanada -lo que sería una mundanidad como cualquier otra- sino encontrar, sobre la base del espíritu tradicional, la sustancia divina inherente a la Naturaleza, o en otras palabras, «ver a Dios en todas partes» y no ver nada fuera de Él.