Marie-Madeleine Davy
La Montagne et sa symbolique1996
En el misterio de la eternidad, la experiencia de una dicha, incluso una pasajera, se extiende a todos los seres humanos: los del pasado, el presente y el futuro.
¿Es la maravilla comunicable? Cuando resulta de una experiencia singular, parece casi imposible compartirla. Por eso sigue siendo secreto. Sin embargo, colorea la existencia.
La fascinación presupone al mismo tiempo el despertar de la mirada interior y también de la audición. Un estado de vacante, es decir, reposo, promueve la alegría. La aprehensión de la belleza se puede hacer de forma lenta o inmediata. Se requiere disponibilidad. (…) La soledad parece necesaria para ciertos temperamentos. El deleite colectivo puede ser superado, puede provenir de un contagio. La maravilla invade el ser en su totalidad. Nada sentimental. La emoción sentida produce una emoción y un cambio de nivel. Así se levanta la maravilla, se orienta a una cumbre. Cuando ya no se vive, quedan rastros de su paso, como la quemada del sol. Quemada que es imposible de localizar. El hombre se convierte en llama: brilla, se incendia, aquí aparece incandescente.
Referencia
Marie-Madeleine Dacy. La Montagne et sa symbolique, Albin Michel, 1996.