Día Mundial del Suelo: llamada a la humildad y a tocar de pies a tierra

El 5 de diciembre es el día que la FAO dedica al suelo, esta capa fina y delicada donde concurren y cooperan la litosfera, la hidrosfera, la atmósfera y la biosfera; esta cubierta que sostiene la inmensa mayoría de la vida terrestre y, por tanto, también la nuestra; este milagro vivo, hogar de innumerables organismos (hongos, gusanos, microbios, bacterias, enzimas, etc.) que hacen la admirable tarea de fijar y combinar nutrientes, asegurando así su vitalidad.

De la palabra latina humus (tierra), que hoy designa la capa superior del suelo, proviene «humildad» (y probablemente también «hombre»). Desde Silene creemos, pues, que este es un día adecuado para reconocer y agradecer -bien humilment- al suelo todos los dones que, con tanta diligencia y generosidad, nos aporta; un día para recordar que, como les ocurre a otros elementos de la Madre Tierra, el suelo es degradado y destruido (contaminación, sobreexplotación, urbanización, etc.) a un ritmo insostenible en muchas partes del mundo (según la FAO, cada año son dañados unos 12 millones de hectáreas de suelos, lo que afecta a más de 1500 millones de personas); un día, pues, también para reflexionar sobre la desmesura y sinrazón de ciertas actividades humanas, para recuperar la necesaria modestia, en fin, por «tener los pies en el suelo».

Actualmente, cuando los desiertos ya cubren la tercera parte de la superficie terrestre y siguen aumentando su extensión, nos complace recordar que el suelo tiene una maravillosa capacidad de regeneración, tal como expone el inspirador documental Kiss the ground. También les invitamos a leer la Declaración sobre el suelo que hicieron los filósofos Sigmar Groeneveld, Lee Hoinacki e Ivan Illich, a Hebenshausen (Alemania) en 1990.