En recuerdo de Tich Nat Hanh: Interser y amor a la Tierra, el más hermoso de los Bodhisattvas
Monasterio de Từ Hiếu à Huế (Vietnam)22 Enero de 2022
El pasado 22 de enero Tich Nat Hanh dejó este mundo y desde Silene queremos rendirle un agradecido y respetuoso homenaje. Thay, como era conocido, fue para occidente el gran divulgador de la Conciencia plena, noción esencial en el budismo. De esta tradición espiritual supo transmitir su sabiduría primordial. Y lo hizo de una de manera sencilla y profunda, llegando así a muchas personas indistintamente que fueran o no practicantes de alguna religión. Gran defensor del amor y el conocimiento, destacó por ser un convencido y comprometido pacifista que proponía la fraternidad universal no solo entre todos los hombres, sino también entre todos los seres. De entre todas sus enseñanzas, queremos destacar en este momento dos aportaciones suyas de gran valía.
Por un lado, Tich Nat Hanh fue un gran inspirador y renovador de la ecología profunda con su concepto de Interser. Partiendo del hecho que el problema subyacente a nuestra depredación de la Tierra es que el hombre se experimenta a sí mismo como una conciencia individual y como un ser separado del resto de la red de la vida, repensó la noción del originen dependiente (pratityasamputpada) como un co-surgimiento interdependiente y propuso el poderoso neologismo interser, bellísimamente explicado en el libro El Corazón de la Comprensión (1):
«Si eres poeta, verás claramente que flota una nube en esta hoja de papel. Sin nube, no habrá lluvia; sin lluvia, los árboles no crecen; y sin árboles, no podremos hacer papel. Para la existencia del papel es esencial la nube. Si no está la nube, tampoco puede estar el papel. Así, podemos decir que la nube y el papel inter-son.
La palabra “Interser” aun no está en el diccionario, pero si combinamos el prefijo inter con el verbo ser, tenemos un nuevo verbo, interser. Sin una nube, no podemos tener papel, de modo que es posible decir que la nube y la hoja de papel inter-son.
Si miramos más profundamente esta hoja de papel, veremos en ella la luz del sol. Sin la luz del sol, el bosque no puede crecer. De hecho, nada puede crecer. Aún nosotros no podemos crecer sin la luz del sol. Así pues, sabemos que el sol también está en esta hoja de papel. El papel y el sol inter-son.
Y si seguimos mirando, podemos ver al leñador que cortó el árbol y lo trajo al molino para transformarlo en papel. Y podemos ver el trigo. Sabemos que el leñador no puede vivir sin el pan cotidiano, así que el trigo que se convirtió en su pan también está en esta hoja de papel. Y el padre y la madre del leñador también están. Cuando lo vemos así, vemos que sin todas estas cosas, esta hoja de papel no puede existir.
Mirando aún con mayor profundidad, vemos que nosotros también estamos en ella. Esto no es difícil de ver, porque cuando miramos una hoja de papel, forma parte de nuestra percepción. Tu mente está aquí y la mía también. Así que podemos decir que todo está aquí en esta hoja de papel – el tiempo, el espacio, la tierra, la lluvia, los minerales de la tierra, el sol, la nube, el río, el calor. Todo coexiste con esta hoja de papel. Es por ello que creo que la palabra interser debería estar en el diccionario. “Ser” es interser.
No puedes ser por ti mismo; tienes que interser con todas las demás cosas. Esta hoja de papel es, porque todo lo demás es. Supongamos que tratamos de regresar uno de los elementos a su origen. Supongamos que regresamos la luz al sol. ¿Crees que esta hoja de papel sería posible? No, sin la luz de sol nada puede ser. Y si regresamos al leñador a su madre, tampoco tenemos papel.
El hecho es que esta hoja está hecha sólo de elementos que no son papel. Y si regresamos estos elementos a sus orígenes, no puede haber papel del todo. Sin los elementos que no son papel, como la mente, el leñador, la luz del sol, no habrá papel. Así de delgada como es, esta hoja de papel contiene todo el universo».
Por otro lado, su libro Un canto de amor en la Tierra (2) constituye una invitación a construir una relación íntima con la fuente de toda vida. Transcendiendo los enfoques cientificistas y economicistas, profundiza en un aspecto esencial: hay que ir hacia una cosmovisión que supere el concepto de «medio ambiente», puesto que éste nos lleva a sentirnos separados de la Tierra y a verla únicamente en términos utilitaristas. Nuestra plenitud personal es la Naturaleza, y viceversa. En el epílogo del libro, titulado Hacia una religióń cósmica, podemos leer:
«Todo paso adelante en nuestra comprensión de nosotros mismos, de nuestra naturaleza y del lugar que ocupamos en el cosmos, profundiza en nuestro respeto y nuestro amor. Entender y amar son dos deseos fundamentales. La comprensión tiene una importante relación con el amor. Cuando comprendemos y somos conscientes de la gran armonía, elegancia y belleza del cosmos, podemos sentir una gran admiración y amor. Este es el tipo más básico de sentimiento religiosos, que está basado en la evidencia y en nuestra propia experiencia. La humanidad necesita un tipo de espiritualidad que todos podamos practicar juntos. […] En el siglo XXI debería ser posible que nos unamos y esbocemos una forma de religión que acabe con toda separación y discriminación y contribuya a unir a todos los pueblos y naciones. Si las religiones, las filosofías y la ciencia pueden orientarse en esa dirección, será posible establecer una religión cósmica que no se base en el mito, la creencia o el dogma, sino en la evidencia y la comprensión del Inter-ser. Ese sería un paso realmente gigantesco para la humanidad».
Y es que, como afirma en el capítulo inicial del mismo libro, titulado Nosotros somos la Tierra (3): “la Tierra es el más hermoso de los bodhisattvas”.
Seamos merecedores de este amor y devolvámoslo a la Tierra haciendo que las palabras de Tich Nat Hanh resuenen hasta convertirse en realidad. Desde Silene las agradecemos profundamente y las hacemos muy nuestras.
- El Corazón de la Comprensión. Comentarios al Sutra del Corazón. Ediciones Neo Person
- Un canto de amor a la Tierra, Editorial Kairos
- Texto íntegro accesible como archivo descarregable al pie de este texto, por gentileza del Editorial Kairós.
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