Reivindicación de la Ecofilosofía con motivo del Día Mundial de la Filosofía
Catalunya19 de noviembre de 2020
Hoy, como cada 19 de noviembre, se celebra el Día Mundial de la Filosofía. La filosofía (etimológicamente «amor a la sabiduría») es una de las actitudes fundamentales de los seres humanos, una disposición que nos empuja a plantearnos el valor y el sentido de nuestra existencia y de nuestros quehaceres. Según la UNESCO -la entidad impulsora de esta efemérides-, la filosofía proporciona herramientas y bases conceptuales para nutrir los principios y valores de los que depende la convivencia. Conocernos a nosotros mismos y también los sistemas de los que formamos parte -sean sociales o naturales- es necesario para fundamentar un comportamiento correcto y un respeto profundo hacia la vida en todas sus manifestaciones. Conjuntamente con las intuiciones éticas y otros modos de conocimiento no racionales, el ejercicio del pensamiento y la confrontación razonada de opiniones y opciones que caracteriza la filosofía, nos ayudan a dar respuesta a los retos inmensos que nos ha tocado vivir.
Precisamente por ello, para hacer frente a las tendencias insostenibles que están llevando el mundo hacia el colapso de manera acelerada, la Asociación Silene quiere reivindicar hoy la ecofilosofia. La ecofilosofia reflexiona críticamente sobre las bases ideológicas y los patrones de conducta que han causado la actual crisis global: el antropocentrismo (considerar que la Tierra y los otros seres vivos están supeditados a los intereses de los humanos), el cientismo (creer que el conocimiento científico es el único verdadero), la tecnocracia (fiar el futuro un desarrollo tecnológico glorificado), el hedonismo (consumir de manera inmoderada e irresponsable), el materialismo y la consiguiente desacralización del Cosmos (ver la Naturaleza como un ‘recurso’, algo a dominar y usar sin escrúpulos), el capitalismo (explotar los ‘recursos humanos y naturales’ para obtener el máximo beneficio económico a corto plazo) …
El ecofilosofia aboga, pues, por otro paradigma, proponiendo una relación más armoniosa entre la humanidad y la Naturaleza. En este sentido, propugna el ecocentrismo, una nueva y a la vez ancestral cosmovisión que señala el valor intrínseco y maravilloso de todos los seres vivos y nuestra interdependencia con ellos. La percepción profunda de este vínculo fraterno despierta una actitud responsable, mesurada (austera), amorosa (benévola) y reverencial hacia la Madre Tierra, sus habitantes y sus dones cotidianos. Este comportamiento «ecosófico» (personal y también social -y, por ende, político y económico), atento a la sabiduría de la Tierra, propio de muchas comunidades humanas (a menudo consideradas «subdesarrolladas» por el mundo «avanzado») y también proclamado por múltiples tradiciones espirituales de la humanidad, representa hoy la alternativa necesaria, urgente y esperanzadora a la sinrazón y la inconsciencia.